Te doy la bienvenida !

Me llamó Mauro y soy un Montevideano ahora radicado en un pequeño pueblo de costa de Bahía llamado Imbassai (Brasil) y que a veces tengo una necesidad imperiosa de escribir tonterías ... y como este espacio es gratis y el aire libre y por suerte el pensar también.... aquí van mis comentarios, que solo son eso, comentarios y anécdotas u observaciones desde las ventanas de mis ojos, que sin duda es el lugar más limitado desde donde ver las cosas. Pero es lo que tengo y es lo que hay, no pretendo que te sea útil para nada, pero si cuando los leas te apetece y quieres dejarme un comentario, pues puedes hacerlo. Un saludo de este gato calandraca, pero que aún anda por los tejados. Espero encontrate en algún tejado que otro y no te quedes todas las noches seguro y encerrado en tu casa.






domingo, 29 de agosto de 2010

De la cordura a la locura

Una de las cosas mas inexplicables es la enajenación mental, la vulgarmente llamada "locura". Si reparamos en las cifras tenemos que coincidir que es algo frecuente, que va en aumento a medida que pasan los años y que en principio a simple vistazo de lo variado del perfil de los individuos que entran en ese estado podríamos casi asegurar que nadie está libre de verse en esa situación.
Hemos dulcificado la palabra "locura" cuando normalmente nos referimos a algún acto de amor, por ejemplo cuando preguntamos : ¿que locura llegaste a hacer por amor? o ¿cuál ha sido tu mayor locura?. Y hemos criminalizado la "locura" cuando encerramos a los  locos en hospitales psiquiatricos.
Siempre me ha llamado la atención que todos esos individuos que vemos por la calle, o en los informativos, o en los documentales que intentan sensibilizarnos... pues todos ellos fueron bebés en algún momento, niños más adelante y adolescentes con todo su potencial. Algo les pasó, algo les marcó, alguna puerta cruzaron de donde no han podido volver, o no han querido volver.
Hay locos (y expresado aquí con todo mi mayor cariño y respeto) violentos y locos pacíficos, inclusive hay algunos locos que les llamamos "locos lindos". Los pacíficos como no nos dan problemas, les dejamos seguir de largo, a lo sumo a veces les miramos, nos compadecemos algún instante y seguimos, y ellos siguen, nosotros en nuestro mundo y ellos en el de ellos, que casualmente es por lo menos por ahora ... el mismo.
A los violentos no ... a esos los encerramos, por su propio bien decimos, y por el de los demás.
Y seguimos generando y fabricando locos, de los lindos y de los feos, porque en uno y en otros nos vemos un poco cada uno de nosotros. Por eso alguno los queremos esconder y otros los dejamos exhibirse porque eso nos "santifica".
"Su" mundo, el "nuestro". Cada uno elige la forma y la manera que esté a su alcance y le permita sobrellevar esta existencia.  A nosotros que nos llamamos "cuerdos", si impeccionaran a simple vista nuestra vida, nuestra rutina, alguien con sentido común, con sentido de la felicidad, de la hermosura y de la verdadera alegría, con sentido de la serenidad y de la paz. Me pregunto, si alguien así inspeccionara nuestra vida... de que lado nos pondría.
Llenamos nuestra vida de contradicciones, trabajamos horas y horas para comprar cosas que perecen y pierden el valor en unos días, machacamos a nuestros cuerpos con vicios, estres y malas compañias (pensamientos), vivimos deseando lo que aún no tenemos y sin agradecer lo que si tenemos. Casi hemos dejado la sonrisa para alguna ocasión especial y la envidia se ha hecho una compañera de viaje. Pocas veces hacemos algo sincera y verdaderamente solidario y pasamos la gran parte de nuestra vida durmiendo o mirando televisión.  Somos capaces de mirar sin ver y de oír sin poder escuchar. Las cosas que la naturaleza hace por si misma (como respirar y palpitar nuestro corazón) siguen funcionando, pero las que dependen de nosotros mismo, se hacen cuesta arriba.
¿Quien es el loco? ¿Quien es el cuerdo? Como dijo el carpintero " al que no lo sea que tire la primera primera".
Respiro y luego existo. La única gran ventaja que tenemos, es que siempre podemos retomar el camino, coger nuestra bolsa de alpillera y enagenarnos un poquito.

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