Hay puertas que no nos gustaría abrir ni sitios a donde nos gustaría no entrar nunca. Pero resultan inevitables e imposibles de esquivar, porque cuando sea por lo que sea, haz llegado a una determinada situación, entiendes y ves que sólo por esa puerta se encuentra la salida.
Cuando comienzas a acercarte al pestillo de la puerta para abrirla, ya empieza a quemar y comienzas a sentir dolor. Un escalofrío te recorre todo el cuerpo y un dolor más que profundo lo sientes casi hasta los huesos. Es ahí cuando ubicas perfectamente donde habitan los sentimientos y las emociones, en el corazón y las entrañas. Las lágrimas aparecen en tu rostro con la intención de compensar y equilibrar la conmoción interior que se esta produciendo dentro de tí. Parecería que el cuerpo a través de las lágrimas intentara alivianarte un poco ese trance y ese tiempo.
Tiemblas, tienes miedo a lo que vendrá después, intentas convencerte de no proseguir mirando atrás, dudas, duele, lloras, vuelves a temblar. Pero algo en tu interior, algo dentro tuyo, algo más fuerte que el propio dolor y temor que sientes en ese momento te mueve a seguir, a cruzar la puerta, a entrar a esa etapa de dolor y cambio, a cruzar, a seguir.
Y la música, y los verdaderos poetas, las canciones escritas y cantadas desde el espíritu, comienzan a escucharse en las radios, en tu página web, en tu coche, porque parecería que cantantes, autores, poetas, músicos y artistas vienen a tu encuentro, para acompañarte, para que te sientas menos solo, para que tengas menos miedo, para contarte que han vivido cosas parecidas y que siempre, seguro, siempre habrá luz al final del pasillo oscuro que encuentras al abrir y entrar por esa puerta.
Gracias por los artistas. En especial a Rosana por su canción Llegaremos a tiempo y a Macaco por su arte