He tenido bastante tiempo libre este finde para no hacer nada en particular y algo de tiempo para leer y mirar algo de tv. Entre las cosas que leí y una entrevista que vi en la tv, me he dado cuenta de dos cosas. Una de ellas la gran capacidad que tenemos de generarnos infelicidad, tanto como generación de este tiempo como a nivel individual. Somos una fábrica constante de infelicidad. Infelicidad innecesaria.
Y otras de las cosas que nunca había pensado de esa manera y me he dado cuenta al leerlo, es que como utilizamos los enojos, los enfados, las angustias, las situaciones para alterar la realidad que en definitiva tenemos. Parece que la mente o nuestro ego cree que llevándonos a través del enojo, la ira, la tristeza o el sentimiento de pena por nosotros mismos, podremos cambiar la realidad que nos rodea o de esa manera atraer la realidad que quisieramos. Y nada mas lejos de eso, esa ilusión solo nos sumerge más y más y nos aleja de la verdadera posibilidad de mejorar o alcanzar las situaciones o vivencias deseadas.
Una alarma, una alarma interna que nos avisara cuando la mente nos quiere engañar, eso deberíamos de tener... una alarma.