En varias entrevistas que Jorge Luis Borges concedió en sus últimos años, cuando le preguntaban de "un pecado por él cometido" se limitaba a contestar: el no haber sido feliz.
Si hemos tenido suerte en la infancia, desde pequeños nuestros padres y familiares nos hacían macacadas para que sonriéramos, nos llevaban a parques y nos compraban juguetes para que nos la pasáramos bien. Después nos largaban a la vida y allí nos encontramos con otra realidad, aunque esta llena de "payasos" no son precisamente los que te hacen reír y más que juguete, tuvimos que aprender a sobrevivir.
Parece que la búsqueda de la felicidad es una constante aunque muchas claudiquen en el esfuerzo de experimentarla. Algunos dicen que lo más parecido a la felicidad es la tranquilidad, para que pueda ser mas duradera y real.
A esta altura creo que todos los elementos siempre están allí para que podamos ver la vida y vivirla con tranquilidad, pero las mas de las veces empañamos con tonterías nuestro propio camino. Nuestro ego nos juega malas pasadas y como si ignoraramos la brújula interior, perdemos el norte con gran facilidad. Y allí vamos, intentando recuperar las buenas sensaciones perdidas.
He escuchado a muchos decir que la felicidad no existe. Pero yo no estoy de acuerdo. Hay personas, situaciones y cosas que te hacen profundamente feliz, aunque sea por un corto periodo de tiempo y eso se enlaza con otros y otros periodos de tiempos felices. De todas formas la vida es exactamente eso... las suma de las experiencias, la sumas de las cosas que hacemos que nos sucedan y de las cosas que nos suceden.
Tranquilidad... paz, creo que la felicidad es más hermana de estas dos que del placer, que es un primo incansable y agobiante.
Quiero moverme como el tigre de la foto, seguro y en calma, por este paseito que doy en el mundo.